El pasado 19 de abril, el Grupo Vasco del Club de Roma organizó una nueva conferencia-debate bajo el título «Riesgos de las democracias actuales en América Latina y propuestas para mejorar la convivencia democrática». La intervención principal corrió a cargo de Irune Aguirrezabal, directora del Programa Iberoamericano de Derechos Humanos, Democracia e Igualdad de la Organización de Estados Iberoamericanos (OIE).
Para introducir el tema, Irune Aguirrezabal destacó la idea de que la quiebra de las democracias contemporáneas no vendrá de golpes de estado, sino del desgaste paulatino de principios fundamentales como la igualdad, la libertad y la paridad.
Los datos que reflejan los índices de democracias nos dicen que hay un retroceso, menos del 8% de la población mundial vive en regímenes realmente democráticos.
También se destacó el concepto de la paradoja de la democracia, según la cual sí hay un apoyo a las democracias, pero se exigen gobiernos eficaces, lo que se está denominando “Eficracia”.
Una encuesta realizada antes de la pandemia daba resultados muy bajos a la pregunta de si el mundo está mejorando. Por eso es importante recordar que cómo estemos dentro de diez años depende de lo que hagamos hoy.
¿Qué está pasando con las democracias en América Latina?
Abordando ya de lleno el tema de la conferencia, Irune Aguirrezabal explicó que la gente en América Latina realmente quiere vivir en democracia, pero también autoritarismo (paradoja de la democracia). Esto supone el riesgo de un auge del populismo y que aparezcan salvadores de patrias con promesas de soluciones inmediatas.
No podemos obviar que estamos en un momento diferente, con muchos desafíos a la vez (geoestratégicos, culturales, digitales o medioambientales). El pensamiento occidental de división de poderes también está en cuestión.
Igualmente, la feminización del mercado laboral y la política es un cambio importante que impacta en los demás desafíos.
Pero no hay una respuesta única a lo que está pasando respecto a la democracia en América Latina, pero es crucial entenderlo para acometer los cambios.
Venimos de una ola democratizadora caracterizada por la ilusión, y la década de los 90 supuso un gran avance en derechos. En ese proceso se han abierto los mercados, se han establecido sistemas de libertades fundamentales… Todo ello ha beneficiado a más capas sociales.
Pero a pesar de ello, hoy en día hay quien discute si hay relación entre democracia y desarrollo
En los 90 se impone una doctrina de reducción del papel del estado. En América Latina se realizan cambios en un contexto que esa reducción del estado no resuelve, con falta de capital humano y falta de productividad, siendo la región con mayor inequidad del mundo.
Se produce entonces un cuestionamiento de la democracia: ilegitimación de la autoridad y falta de confianza en los partidos.
Hay un desencanto hacia la democracia, pero los indicadores de desarrollo son mejores que nunca, a pesar de que aún hay mucha inequidad, inseguridad, migraciones…
Pero también los informes definen las democracias por niveles, y algunas son más plenas que otras. Hay que preguntarse entonces: ¿De qué democracias está la gente desencantada?
Desde 2021 (pandemia), en las elecciones en América Latina está habiendo castigo al gobierno.
En los países en los que hay segunda vuelta, están ganando los segundos. El resultado, por tanto, no es el deseado realmente por la mayoría, y el presidente resultante tiene complicado gobernar.
Con datos de 2023 solo el 48% de la población de América Latina apoya la democracia (frente al 63% de 2010). Un 17% prefiere autoritarismo (en México 33%). Y un dato más preocupante aún es que solo el 43% de los jóvenes apoya la democracia.
Y todo ello tiene que ver con el nivel educativo.
No obstante, América Latina es la tercera región más democrática del mundo, pero la peor en términos de cultura política.
Los 4 males del malestar democrático (emociones)
Es importante hablar de la democracia en América Latina desde el punto de vista de las emociones, que surgen de cuatro males esenciales:
- Polarización política. América Latina es la región donde más ha aumentado la polarización. Por ejemplo, ante los avances del feminismo, ha surgido un movimiento “antigénero”. De esta polarización surge el odio.
- Desigualdad social y económica. Es un problema endémico en América Latina, con problemas para acceder a servicios que aquí tenemos asumidos (educación, salud…). Los jóvenes muchas veces acaban en la informalidad laboral (con riesgos de meterse en el narco). Esto genera resentimiento.
- La ausencia del estado en muchos territorios es enorme. Entra así en juego el narco con efectos muy graves en todo el sistema democrático. El sentimiento que genera esto es el miedo.
- Desafección. Esto genera un gran abstencionismo y un sentimiento de apatía hacia la democracia
A estas emociones se unen dinámicas globales sociales y culturales como el ritmo acelerado de vida, la fatiga, narrativas distópicas, problemas mentales…
Causas y razones
Las causas más estudiadas apuntan a las élites, líderes personalistas, hastío de la gente y la idea de que la soberanía la tiene el pueblo (culpas al colonialismo, FMI…).
Otros factores son los económicos, exclusión social, debilidad de la ciudadanía, corrupción, baja calidad educativa, falta de competitividad e ineficiencia institucional (el 4% del PIB se pierde por esas ineficiencias: 220.000 millones de dólares).
Esto lleva a un desencanto cultural. Y se produce una ciudadanía de baja intensidad y lo que se llama democracia delegada (salvadores de patrias, caudillistas…).
Todo esto lleva a que América Latina no ha transitado al cambio de paradigma a lo digital y globalizado, con una brecha digital enorme.
Por otro lado, el desarrollo sostenible nos dice que no se puede seguir creciendo de forma inexorable. Esto es más grave cuando se lo dices a alguien con las carencias que hay en América Latina.
Pero la realidad es que la democracia necesita instituciones fuertes y un funcionariado solvente, respeto a la ley y un estado de derecho que funcione. Hay que hacer pedagogía en valores democráticos.
¿Cuáles son los errores actuales en las democracias de América Latina?
Hay unas expectativas desorbitadas y un desencuentro con el estado de derecho. Las normas no se respetan. Se justifica, por ejemplo, que un funcionario se aproveche de su puesto o la evasión de impuestos.
Junto a ello, también afectan otras dinámicas globales como las nuevas formas de comunicación o la rebelión a Occidente.
Hay un sentimiento de “desapoderamiento” de las personas, que sienten menos control sobre su futuro.
Consecuencia de todo ello surgen fenómenos como cambios de composición demográfica (envejecimiento de la población), nuevas formas de interacción y participación ciudadana, democracia mediada por algoritmos (“algoracracia”)…
Y el riesgo es que surjan propuestas de soluciones rápidas, mano dura, militarismo, detenciones arbitrarias…, y que la población lo respalde.
Urge transitar hacia democracias de calidad y eso exige romper la polarización.
Propuestas para mejorar las democracias en América Latina
Ya no hay disputa ideológica, la gente se mueve por causas. Las elecciones cada 4-5 años no les vale porque la ciudadanía espera cambios rápidos.
Hace falta educación en competencias y en valores y el dialogo entre diferentes. También reducir la inequidad, más democracia paritaria y una visión común frente al individualismo.
En todas estas cuestiones está actualmente trabajando la Organización de Estados Iberoamericanos, promocionando el diálogo, la igualdad y la recuperación de la confianza en el sistema.
A continuación está disponible el vídeo completo de la conferencia:
Irune Aguirrezabal Quijera es doctora en estudios interdisciplinares de género, licenciada en derecho, máster en relaciones internacionales y máster en estudios europeos, con formación multidisciplinar en relaciones internacionales, ciencias políticas, economía, políticas públicas y liderazgo (Deusto, Estrasburgo, LSE, ULB, ESADE, UAM, Harvard).
Profesional Senior en asuntos globales y europeos, ha estado destinada en Europa, África y América Latina, con una dilatada trayectoria en temáticas relacionadas con la agenda de desarrollo sostenible: justicia penal internacional, derechos humanos, prevención del terrorismo, gestión de migraciones, mujeres/igualdad, democracia/paz y seguridad.
Fue la coordinadora en Europa de la campaña mundial de la sociedad civil para crear la Corte Penal Internacional. Ha sido funcionaria en varias agencias de Naciones Unidas. En el Gobierno de España ha sido asesora de la vicepresidenta primera del gobierno y directora general de Migraciones. En el Gobierno Vasco ha sido directora de Cooperación, de Relaciones Exteriores y de la UE, y delegada del Gobierno Vasco en Madrid. Su tesis doctoral ha recibido varios premios, incluido el Premio Humanidades de la Real Academia de Doctores de España (2022). En 2021 publicó el libro “La democracia paritaria en América Latina: tres dimensiones explicativas”. Antes de volver a un organismo internacional, fundó una consultoría sobre politicas de cooperación e igualdad.
Es invitada habitual a dar clases como profesora en varias universidades en España (Deusto, UAM, Cádiz, Málaga) así como en América Latina. Es autora de numerosos artículos y publicaciones a lo largo de su carrera, y miembro de la Plataforma de Mujeres Innovadoras y Científicas del Ministerio de Ciencia e Innovación.